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En Navidad tener, o sentir?

EN NAVIDAD TENER O SENTIR

 

Se acerca la navidad, una época que, sinceramente, no me genera el entusiasmo que veo en muchas personas. Podría ser por los excesos materiales, el estrés que a menudo acompaña a las celebraciones o que el amor que se profesa en estos días en muchos casos tiene fecha de caducidad.

Mientras muchos envuelven regalos con papel brillante, yo me envuelvo en mi mirada que me lleva a una pregunta esencial:

 

¿Qué quiero tener o qué quiero sentir?

 

Es fácil caer en la inercia de las compras compulsivas o el exceso de brillantes ornamentos, pero la verdad de estas fiestas debería centrarse en un gesto sencillo: el amor auténtico. Muchos se apresuran a comprar regalos, sin darse cuenta de que el mejor regalo no se puede empaquetar.

 

¿Y si en vez de dirigir nuestra mirada hacia las cosas materiales la dirigimos hacia nuestro corazón?

 

¿De qué sirven los regalos ostentosos y las mesas costosas si no acompañan emoción sincera?

 

En esta época es cuando más me gusta valorar las relaciones genuinas.

 

¿Realmente necesitamos más cachivaches que llenen nuestros espacios, o quizás sería mejor enfocar nuestra mirada en construir vínculos significativos y cultivar el amor que perdura más allá de las fiestas?

 

Aunque los regalos materiales pueden tener un impacto momentáneo e incluso provocar sorpresas agradables, su importancia se desvanece rápidamente en comparación con el amor auténtico que ofrecemos a los demás. Ningún regalo caro u ostentoso puede llenar el vacío que sólo el amor real puede ocupar.  

 

Los sentimientos sinceros, expresados ​​a través de actos de generosidad, cariño y comprensión, forman vínculos que perduran mucho más allá de las fiestas. En Navidad, la única luz que realmente debería importarnos no es la de las luces brillantes de las calles, sino aquella que irradiamos desde el corazón.

 

No se trata de la grandeza de los regalos que ofrecemos a los demás, sino de la grandeza del amor que damos de forma incondicional. 

 

Con esta mirada distinta, podemos descubrir que la magia de la Navidad no reside en las compras impulsivas, sino en las conexiones significativas y el regalo inigualable del amor de verdad.  

 

Que cada uno decida, más allá de los regalos materiales y el brillo efímero, si quiere tener o quiere sentir. Mientras muchos se perderán en la locura de compras y consumismo, a través de mi lente sensible, intentaré capturar la poesía que se esconde en los detalles más cotidianos como pueden ser esa sonrisa sincera compartida con alguien, la calidez de un abrazo inesperado, o las palabras de gratitud auténtica.

 

Eso sí que son pequeñas joyas que se convierten en recuerdos preciosos para siempre, la verdadera magia que trasciende y perdura mucho más allá cuando las luces de la navidad se apagan. 

 

Fotográfica y literariamente vuestra,La fotógrafa sensible

ES