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La magia del perdón

La festividad de Todos los Santos puede ser un recordatorio de la fragilidad de la existencia y la necesidad de vivir en paz, armonía y amor, tanto con los demás como con nosotros mismos y me apetece hablar sobre la magia del perdón.

 

Mi mirada adquiere una magia muy especial para reflexionar sobre la vida, la pérdida y, en particular, sobre la importancia de una acción tan importante como es saber perdonar.

 

Una mirada que en realidad me fue sugerida durante una conversación muy íntima con un buen amigo y que me hizo reflexionar sobre el poder transformador que puede tener el perdón en nuestra vida.

Esta festividad en la que recordamos a aquellos que ya no están físicamente entre nosotros me hace pensar en la carga emocional que puede suponer no haber perdonado a tiempo.

 

Perdonar es posiblemente una de las cosas más difíciles de hacer, pero es un paso necesario para lograr la estabilidad emocional y la paz interior.

 

Se trata de un acto profundamente humano que tiene que ver con el cambio de nuestra mirada.

El perdón es una herramienta poderosa que nos permite liberarnos de cargas emocionales y conflictos pendientes.

 

Es una liberación del peso del rencor, la ira y el resentimiento.

 

Cuando perdonamos, no justificamos los errores ni negamos el dolor que nos han causado, sino que nos liberamos de la energía que nos mantiene ligados a estos sentimientos negativos. Es como abrir la puerta a un ave que ha estado encerrada en una jaula durante mucho tiempo y finalmente puede abrir las alas y alzar el vuelo. La sensación de paz que se siente al obtener la libertad llena el espacio que antes estaba ocupado por la herida.

 

Cuando no perdonamos, en cambio, llevamos el peso del pasado como una carga constante que nos impide avanzar, las emociones negativas nos consumen y nos roban la paz interior.

 

Es como si lleváramos una gran piedra en el bolsillo que nos recuerda constantemente nuestra propia amargura.

 

La magia del perdón nos aporta una transformación profunda que tiene lugar dentro de nosotros cuando tomamos la decisión de dejar ir.

El perdón no significa olvidar o justificar, sino permitirnos vivir sin el peso de antiguas heridas. Es sanar una cicatriz que, aunque nos ha dejado una marca, ya no supura; ya no nos duele. Es una forma de curar nuestro corazón y liberarnos de las cadenas invisibles que nos mantienen anclados al pasado.

 

En el proceso de perdonar, no solo soltamos los rencores, sino que también nos desprendemos de una parte de nosotros que ya ha caducado. Es un acto de amor propio, porque el perdón no es solo es acerca de la otra persona, es un regalo que nos damos a nosotros mismos.

 

El mes de la festividad de Todos los Santos puede ser un momento significativo para abrazar esta práctica y permitirnos avanzar con libertad emocional y paz interior.

 

Al tomar una fotografía, la elección del encuadre puede cambiar completamente la narrativa visual y esta noción se puede extrapolar a la vida misma:  somos nosotros cómo elegimos mirar y enfocar nuestros desafíos, éxitos, relaciones y situaciones cotidianas. A  través de la fotografía he aprendido a ser flexible, a cambiar la mirada y enfocar de nuevo cada vez que sea necesario, y esta flexibilidad me ha enseñado que la vida puede ser y tener la variedad de formas en las que seamos capaces de mirarla.

Fotográficamente y literariamente vuestra, La fotógrafa sensible

 

 


«El perdón es un regalo que te das a ti mismo»
Suzanne Somers

 

ES